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  • Foto del escritor: Travesia100
    Travesia100
  • 26 jul 2019
  • 2 Min. de lectura

por Ximena Abogabir


Dicen los entendidos que la famosa frase de Darwin “sobreviven los más fuertes”

corresponde a una mala traducción, como muy a menudo ha ocurrido en la historia.

Lo que el investigador habría querido decir es que “sobreviven los que se adaptan”.

 

La humanidad ha experimentado profundos cambios a lo largo de sus 10.000 años

de historia. La diferencia con la Cuarta Revolución Tecnológica es que esta vez no

tuvimos tiempo para adaptarnos. Sin que nos diéramos cuenta, la aparición de los

computadores personales e Internet trastocaron todos los ámbitos de la vida.

Cambió profundamente nuestra forma de informarnos, comunicarnos, coordinar

acciones, trabajar, comprar y todo lo demás. Para bien y para mal.

 

Si bien las nuevas tecnologías ofrecen mejorar el nivel de vida de los ciudadanos,

las personas mayores estamos en una posición desventajosa para “surfear la ola del

cambio”, simplemente porque no somos nativos digitales y nos hemos ido

alfabetizando, con mayor o menor dificultad, según las posibilidades y circunstancias

de cada uno. Según datos de 2017 para Chile, el 37 % de los chilenos entre 65 y 69

años navega por la red y sólo el 9,8% con 80 años y más. Por su parte, el 60% de

personas entre 61 y 75 años “nunca ha utilizado un computador”, correspondiendo

mayoritariamente a sectores de ingresos bajos y medios bajos, lo que coincide con

su menor acceso a la educación.

 

La eventual tentación de tomadores de decisiones de considerar a la generación 60+

como “desechable”, atentaría contra los derechos humanos de personas que han

dedicado la mayor parte de sus vidas a trabajar, y que ahora eligen seguir

haciéndolo -aunque no tuvieran necesidad de hacerlo- con el objetivo de cuidar su

salud financiera, mental, física y relacional.

 

La discriminación por edad; el maltrato físico, psíquico y moral; los estereotipos; la

restricción a la educación continua, y la vulneración de su autoestima, deben ser

evitados. En este último ámbito, su capacidad de aprender requiere metodologías

adecuadas a su condición, a elegir el método por el cual comunicarse, aprender y

participar en la sociedad; a respetar su independencia y privacidad, sin asumir que

sus familiares y/o amistades se pueden enterar de información que la persona mayor

elige mantener en el ámbito privado, como su salud o sus finanzas; y, finalmente, su

dignidad, al no sentirse discriminados antes su negativa o dificultad para operar

digitalmente.

Dado el inminente envejecimiento de la población, la sociedad requiere cambiar la

mirada sobre las personas mayores. La invitación de Travesía100 es a considerarlas

como un grupo creciente de personas con experiencia de vida, leales, que valoran la

oportunidad de trabajar… y que quieren y necesitan seguir haciéndolo.


 
 
 

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